Lo primero, regla básica y más importante: una ganadería, independientemente de su tamaño, debe manejarse como una empresa.
Los ganaderos tenemos una gran cantidad de dinero invertido en esta actividad: predios, animales, maquinaria. Y adicionalmente se trata de una actividad que requiere inversión y reinversión constante. Que como cualquier empresa, genera gastos e ingresos, y es por esto que como tal, debe tratarse como lo que es: una empresa.
En Colombia, y creo que en general en muchos países de América Latina, donde el sector agropecuario no es muy fuerte a nivel gubernamental, se trata a estas producciones pecuarias e incluso a algunas agrícolas como un “hobbie”, una actividad adicional a la actividad económica principal o incluso muchas veces como actividades principales que por algún motivo parecieran no necesitar manejarse de manera formal. Pero en algo estamos claros y es que esto es un negocio, que como mencioné, tiene costos y gastos, y solo por eso requiere tratarse con mayor formalidad.
Ya algunos sectores pecuarios se han formalizado bastante, la porcicultira y la avicultura, un gran ejemplo de ello; y claro está, las grandes ganaderías también lo han hecho, y son éstas las que descrestan por su funcionamiento. Pero entonces, ¿por qué no llegar todos a esto?
Un negocio “más urbano”, por llamarlo de alguna manera, por más pequeño que sea, tiene su contabilidad, su respectiva constitución, cumple con las obligaciones legales y mínimamente tiene claro su punto de equilibrio, si está ganando o perdiendo, y de cuánto es esta ganancia o pérdida. ¿Por qué entonces, no sucede lo mismo con las ganaderías, incluso, hablando de medianos o grandes productores?
Desde mi experiencia sé por ejemplo, que no es sencillo calcular el valor de alimentación (kilogramo de pasto), calcular pérdidas por días abiertos, por pérdidas gestacionales, por no detectar un celo, el costo del día, mes o período completo de lactancia, entre muchos otros valores que se deben calcular. Sin embargo, no es imposible, es fácil aprenderlo, fácil aplicarlo, y sino, también están quienes se encargan de ayudar a llevar toda la parte contable de estas producciones, teniendo en cuenta cosas tan sencillas pero importantes, como el costo de pasto que consume en sólo animal diario.
Lo anterior hablando solo de contabilidad básica, pero ¿dónde queda el trabajo legal, la seguridad social, la capacitación del personal, el acompañamiento a los trabajadores, el buen uso de recursos, disposición de residuos, cumplimiento de normativas, certificaciones empresariales, uso de personal idóneo para sus labores… entre muchas otras cosas que son a hoy una falencia en muchas empresas ganaderas, y que contribuyen enormemente a la informalidad del sector, e incluso a la baja o nula rentabilidad para muchos de los productores.
Termino con un cliché: “Lo que no se mide, no se puede mejorar”. Lo escuchamos por montones, pero poco lo aplicamos; si no medimos, si no tomamos registros, si no comparamos, no podemos administrar, no podemos decidir, no podemos mejorar, y tampoco, podemos establecer un precio justo para nuestros productos, falencia también grande de los productores, donde el precio final se determina a ojo, sin saber siquiera si se está ganando o perdiendo dinero. Y es entonces ahí cuando surgen afirmaciones como: “La ganadería no da plata”, “La ganadería es solo pasión”, “La ganadería solo sirve para dar pérdidas”, “De la ganadería no se vive”, entre muchas otras que se escuchan por ahí…
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